Lo peor está por delante. Dos meses de cuarentena lograron contener el número de muertes por coronavirus, a costa de un desplome de la actividad a niveles históricos. Pero la rutina del encierro en los centros urbanos se irá extendiendo, en cuotas y con matices, por lo menos hasta finales de agosto, descuentan ya en el Gobierno.
El pico de contagios -y sus consecuencias angustiantes- está a la vista. El piso del desplome económico, en cambio, resulta aún inimaginable.
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