Para reducir la pobreza, la Argentina tiene que
crecer. Hace cinco años que no crecemos ni generamos empleo. Hay mucha gente
que sufre pero estamos saliendo.
En 2017 la economía va a crecer. Estamos
trabajando en las cuestiones de fondo para que sea el comienzo de un período de
crecimiento sostenido, año a año.
Debemos crear un contexto de confianza; confianza
en nuestro potencial de crecimiento y en que la inflación estará bajo control.
La inflación es tóxica. Destruye el salario de los
trabajadores, dificulta ahorrar, paraliza la inversión y nos impide mirar a
largo plazo.
Los gobiernos anteriores la fomentaron y la
quisieron esconder. Nosotros la enfrentamos y hoy está en un claro camino
descendente. El Banco Central cumplió con sus metas: en el segundo semestre la
inflación fue del 8,9%, que anualizada es la más baja desde el 2008.
La tendencia es clara. Empresarios y trabajadores
deberían tener en cuenta las nuevas metas que se ha impuesto el Banco Central
para el 2017 de una inflación entre el 12% y el 17%.
El Banco Central se fijó un objetivo para 2019 de
una inflación de menos del 5%. Sabemos que eso es posible con un Banco Central
independiente. La experiencia muestra que los países que bajaron su inflación
crecieron muchísimo más al conseguirlo.
Ya probamos con alta inflación: la economía crece
menos y los salarios siempre son alcanzados y superados por ella.
Durante años el Estado le dio la espalda a esta
realidad y se negó a actualizar el mínimo no imponible del Impuesto a los
Ingresos.
Nosotros revertimos ese daño, actualizando el
mínimo no imponible y corriendo las escalas sin caer en el populismo
irresponsable.
Gracias a la confianza que generamos, el año
pasado salimos del default que nos aisló durante 15 años. Eso nos permitió
incorporarnos al mundo y tener credibilidad internacional. Hoy el país se
financia en el mercado a tasas menores, el crédito comienza a fluir para las
familias y las empresas.
Entre 2015 y 2016 redujimos el déficit fiscal del
5,2% al 4,6% del PBI. Después de años de manipulación, sancionamos un
presupuesto calculado sobre números reales. Para 2017, nos comprometimos a
cumplir con la meta de 4,2% de déficit, y las metas del 2018 y 2019 son de 3,2%
y 2,2%.
Un claro ejemplo de que la confianza aumenta es el
éxito del sinceramiento fiscal. Al 31 de enero recaudamos casi 115 mil millones
de pesos, lo que nos permitirá hacer los pagos de la reparación histórica a los
jubilados.
Sobre esa base de confianza tenemos que trabajar
para ser cada día más competitivos.
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