Didático editorial do La Nacion para quem tem interesse em entender a Argentina e, porque não, o Brasil de hoje.
La práctica de la política en democracia
se enfrenta a un dilema: o bien decir y hacer lo que beneficie al país y al
conjunto social, o bien dejar eso de lado y actuar según lo que convenga
electoralmente para obtener votos y lograr el poder o mantenerse en él. No
existiría tal dilema si la mayoría de los ciudadanos supiera y coincidiera en
cuáles son las políticas correctas para los objetivos comunes. Entonces, los
dirigentes no tendrían razones para hacer populismo ni demagogia. Pero las
sociedades no siempre tienen esa cualidad. Hay una muy extendida incomprensión
de los fenómenos económicos y predomina una interpretación muy simplificada y
generalmente de tipo conspirativo. Para la mayoría de nuestros ciudadanos los
problemas son causados por personas con poder económico, ambiciosas y egoístas.
Ni a la inflación ni al estancamiento económico se los entiende como
consecuencia de políticas inadecuadas. Suele adjudicarse la culpa al
"capital concentrado interno y externo" o a los "formadores de
precios". Estas visiones simplistas deben ser modificadas mediante la
educación y la docencia de los líderes de la política y la cultura. El populismo
hace justamente lo contrario. Exacerba esos sentimientos para lograr apoyo y
poder.
Este dilema tiene relación con la
preferencia de los gobernantes de favorecer el corto plazo y no un horizonte
más prolongado. Por ejemplo, alentar el consumo y de esa forma desalentar el
ahorro, lo que permite lograr apoyos de quienes votan hoy, aunque se perjudique
a las generaciones futuras.
Otro rasgo distintivo de las sociedades
actuales es la artificiosa apropiación de las virtudes morales por parte de las
izquierdas. Si se es de derecha o si se expresa preferencia por el respeto de
los derechos individuales, la propiedad y la libertad económica y política,
entonces se deberá demostrar que a pesar de ello uno es honesto. Mientras
tanto, se presumirá lo contrario. Declararse "progresista" protege
contra esas presunciones. Adoptar una línea francamente izquierdista puede
llegar a inmunizar a quienes delinquen a ojos vistas. Se le adjudica a Néstor
Kirchner la frase "la izquierda te da fueros".
(...)
El país reclama y necesita el éxito de
este gobierno. La situación heredada era y es de extrema gravedad económica y
de deterioro institucional. Mucho se ha hecho para recobrar el prestigio
perdido durante el kirchnerismo, pero mucho falta por hacer para superar los
riesgos de una nueva crisis de deuda y para generar incentivos a la inversión.
El liderazgo que lo permita no se construirá con actitudes acomplejadas ni
mimetizaciones ideológicas o costumbristas carentes de autenticidad.